Catéter Doble Jota Profile picture
Ingeniero (MSc, PhD) e historiador especialista en #HistoriaMedicina (PhD). En ocasiones doy clases a universitarios. @cateterdoblej@med-mastodon.com

Mar 11, 2018, 25 tweets

Tal día como hoy hace 100 años (11/03/1918) se documentó en EE.UU. el primer caso de GRIPE ESPAÑOLA, la pandemia más grande (documentada) de la historia. El paciente era un soldado que empezó a tener síntomas el 04/03/1918 en Fort Riley-Camp Funston (Kansas) #HistoriaMedicina

Algunos investigadores aseguran que la “influenza definitiva de 1918” se dio por primera vez en el Condado de Haskell, en abril de 1918 después de una o varias mutaciones y alcanzó su pico de mortalidad más alto en el verano de ese mismo año

Dicha mutación se observó el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraban la mayor parte de las tropas estadounidenses en Europa para combatir en la Gran Guerra

Aunque algunos investigadores afirman que la pandemia de influencia empezó en Francia en 1916 o en China y Vietnam en 1917, muchos estudios indican que todo comenzó en EE.UU. y se propagó a Francia con la llegada de las tropas estadounidenses

Mark Honigsbaum expone unos brotes muy virulentos ocurridos en junio de 1918 en Copenhague y otras ciudades nórdicas. El virus de la segunda oleada podría haber estado circulando por Europa y haber viajado en la dirección opuesta a la versión tradicional: de Europa a EE.UU.

El virólogo John Oxford afirma que hubo casos de neumonía bacteriana un año antes (entre 1916 y 1917) en el norte de Francia, en la base militar británica de Étaples

Decía Oxford que "la neumonía producía cianosis, una coloración azulada de la piel, que también es característica de la gripe española: ¿puede ser que fuera la misma enfermedad y ya había habido un brote antes de lo que se creía?”

Como al principio la tasa de mortalidad era baja, no se le dio importancia, pero después apareció un pánico similar al de la Edad Media con respecto a la Peste Negra. Esto se desprende de un informe interno de la Cruz Roja Americana

La epidemia era tan leve al principio, que en España se le llamó “la fiebre de los tres días”, atendiendo a los días que duraba la convalecencia

Hoy en día se sabe que ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada en al menos catorce campamentos militares de EE.UU. Las últimas investigaciones mencionan que hubo un mínimo de tres oleadas

Se estima que la gripe de 1918 mató entre 50 y 100 millones de personas, por encima del 6 % de la población mundial, lo cual sitúa la mortalidad en un rango del 10-20%. Las muertes por ella fueron superiores a las de la I Guerra Mundial que se estiman en 31 millones de personas

Afectó también a muchos animales domésticos como perros y gatos que se convirtieron a su vez en transmisores de la enfermedad

Un factor en la transmisión de la enfermedad fue la cantidad de viajes de los combatientes. La modernización de los sistemas de transporte posibilitó que los navegantes propagaran más rápidamente la pandemia sobre un abanico más amplio de comunidades

La I GM no causó la gripe, pero la cercanía de los cuarteles y los movimientos de tropas ayudaron a su expansión. Los sistemas inmunológicos de los soldados se debilitaron por la tensión del combate y los ataques químicos, incrementando las probabilidades de contraer el virus

El 20% de la población mundial padeció el virus entre 1918 y 1918. La gripe pudo haber matado a 25 millones de personas en las primeras 25 semanas. Como dato de la mortalidad de la pandemia, se puede citar que en EE.UU. la expectativa de vida se redujo 12 años en ese 1918

El número de muertes era tal que los funerales se limitaron a ceremonias de 15 minutos. Los cuerpos se acumulaban en las morgues y cementerios. Había escasez de ataudes, funerarias y sepultureros. El replique de campanas se prohibió para no alarmar a la población

La pandemia, que duró poco más de un año, logró controlarse en 1919, pero los efectos de la enfermedad más mortífera de principios del siglo XX todavía están presentes

El temido virus desapareció de manera natural cuando se quedó sin huéspedes que contagiar. La menor densidad de población y la mayor de inmunizados hizo imposible su expansión a partir del verano de 1920

Los síntomas más comunes eran: fiebre de 40 grados, dolor agudo en la cuenca de los ojos, en los oídos y en la zona lumbar, tos, cansancio, confusión, dolor corporal y, en algunas ocasiones, diarrea y vómitos

Había otros síntomas menos corrientes como dificultades para respirar (por inflamación y hemorragias en los pulmones), hemorragias nasales violentas, marcas rojas en el blanco de los ojos y manchas de color caoba en la cara

La mayoría de las víctimas fatales fueron personas saludables y jóvenes, de entre 20 y 40 años, no solo niños y ancianos como era de esperar

Una nueva investigación apunta a que la población menos afectada por la epidemia de 1918 estuvo expuesta en la niñez a variantes parecidas del virus y por eso estaban inmunizados

El problema es que esta gente “inmunizada” pudo actuar como foco para la propagación posterior. De hecho, este tipo de reacción cruzada es la que demuestra que el virus leve de abril y el letal de después del verano fueron dos versiones del mismo agente

Quienes se infectaron con la primera oleada fueron gente afortunada, después de todo: ni murieron a la primera (porque no era mortal) ni a la segunda (porque tenían anticuerpos generados al exponerse a la primera)

Aunque científicos del Museo Vasco de Historia de la Medicina siguen aportando hipótesis de procedencia española de la pandemia, todo parece indicar que de española solo tenía el nombre (CONTINUA-->*)

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