Thread by @EugeniodOrs_

Ignoro si en el resto de España se han puesto de moda, como en Cataluña, el tema de las batucadas. Para los que no lo sepáis, una batucada es esta cosa que sale en el vídeo.
Hablemos de las batucadas, por qué no. Vamos allá.

Creo acertar si digo que el origen de las batucadas en Cataluña lo sitúo en el año 2002. ¿Qué pasó? Que Brasil ganó el Mundial. Las calles de Barcelona se inundaron de grupos de alegres brasileños percusionando a ritmo de samba con tambores, latas, cajas. Hasta aquí bien.

A estos grupos improvisados se fueron uniendo todo tipo de gentes variopintas: fiesteros, perroflautas, turistas borrachos, punks, hippis, en fin, lo mejor de cada casa.

El tema es que el ritmo endiablado de la samba afroamericana les ponía. No dejan de ser ritmos utilizados ancestralmente en los rituales chamánicos y de vudú para meter en trance a los asistentes o al chamán.

La cosa ya no mola tanto.

Tal es la atracción que sintieron, que rápidamente se formaron grupos que los intentaban imitar. En los centros cívicos, en las asociaciones, empezaron a proliferar estos grupitos de tamborileros haciendo sus gracietas y sus bailes.

¿Quién ocupa mayoritariamente en Cataluña el tejido asociativo popular? Seguro que lo habéis acertado: los mermaditos indepes. Estos se apuntan a una butifarrada, a una mani, a una misa progre, a una excursión a la Pica, o cómo no, a las dichosas batucadas.

#LaSilenciosaCat

Total, que no hay movida que se precie en Cataluña que no cuente con su grupo de perroflautas haciendo el mico: fiesta mayor, ahí están. Paella popular, ahí están. Gigantes y cabezudos, ahí están. Carnaval, ahí están. Inauguran un súper, ahí están. Hasta en la playa los he visto.

Cabalgata de Reyes, ahí están. Procesiones de Semana Santa (¡ojo ahí!), ahí están. Castellers, correfocs, cercavilas, el orgullo gay, las manis de la Diada, cuando vas al lavabo, cuando vas a la compra, en TV3, en los mítines de la CUP.
Vayas donde vayas siempre la puta batucada.

Y me diréis: Eugenio, eres un hater (jéiter, se pronuncia). Pues hay algo peor que la batucada: ver al público asistente, sobre todo a señoras de mediana edad (es así, lo siento, son las más bailonas), moverse como monos siguiendo el ritmo monótono y diabólico de los tambores.

Lo siento, no lo puedo evitar. Sé que perderé seguidores, pero no puedo reprimir más el asco infinito que siento.

Decidme que no estoy solo, necesito vuestro consuelo.

DIGAMOS NO A LAS BATUCADAS.

Por cierto, y con esto acabo. Nada que ver esta maravilla del vídeo con las batucadas bochornosas y perrofláuticas que nos invaden.
Disfruten.