Thread by @EugeniodOrs_

Me apetece escribir algo sobre memoria histórica. Así que empezaré con este hilo, y si veo que gusta, si les parece bien iré haciendo alguno más.

Hace poco se conmemoraron los 82 años del asalto al Cuartel de la Montaña, así que vamos allá. A ver qué tal.
#LaSilenciosaCat

El Cuartel de la Montaña era una edificación militar que se encontraba en Madrid, en la montaña del Príncipe Pío, cerca de la calle Ferraz. Albergaba tres destacamentos: zapadores, infantería y brigada de alumbrado. Unos 2.000 hombres.
Estamos en julio de 1936. Sábado, día 18.

El barullo en Gobernación es continuo. Se producen comunicaciones con todos los cuarteles y aeródromos de España para confirmar la lealtad a la República. En África se ha levantado el ejército, y todo indica que se producirá un efecto dominó en la península.

El general Sebastián Pozas, al mando de la Guardia Civil, ordena el arresto inmediato de cualquier militar que abandone su destacamento. Intenta asegurarse así cualquier connato de levantamiento en la capital. En el Cuartel de la Montaña, las tropas permanecen acuarteladas.

Resulta que en el Cuartel se almacenan 50.000 cerrojos de fusil. Sin esos cerrojos, los fusiles que se encuentran en el Parque de Artillería no sirven de nada. Esto se hacía así por seguridad. Por eso era tan importante hacerse con esos cerrojos cuanto antes.

Así que el ministro de la Guerra envía a su secretario a por los cerrojos. Le recibe el coronel Moisés Serra. Que sí, que no, que caiga un chaparrón, que no se los da. Y el secretario se va sin los cerrojos y muy cabreado. Informa al ministro, y este se cabrea mucho más.

Mientras tanto, muchos ciudadanos están esperando en las sedes de sus partidos o sindicatos unas armas que nunca llegan, para poder enfrentarse a los sublevados. Se empiezan a establecer los primeros controles por la ciudad, y las primeras barricadas.

Por la noche, dimite el Gobierno en bloque, con el fin de formar otro más centrista y poder pactar con los militares alzados. Esto a la gente no le gusta nada, pero como no hay móviles, hasta la mañana siguiente no se enteran. Así finaliza el día.

Domingo 19. Por la mañana, con los periódicos informando de la crisis de Gobierno, la gente se empieza a enfadar. Acusan a Azaña de traidor. Se forman manifestaciones en Sol, en Cibeles y en el Palacio Nacional. Muy exaltados algunos, ya se ven las primeras armas empuñadas.

Ahora paramos y hablamos del general Fanjul. Resulta que lo había destituido el gobierno del Frente Popular en febrero, digamos que por "derechista". No tenía mando ni tropa, pero seguía destacado en Madrid. En su casa, pero en Madrid.

Pues se pilla el general a su hijo, un teniente, y se van de paisano hacia el Cuartel, junto con algunos oficiales. Y dices tú, ¿para qué? Pues en mi humilde opinión, el general podría haber salido con las tropas y haber ocupado puntos neurálgicos de la ciudad. Pero no lo hace.

En vez de eso, se acuartela y espera refuerzos. Cree que llegarán columnas desde Burgos, Valladolid y Cuatro Vientos. Lo cree él. Si alguien se lo ha dicho, no se sabe. La cuestión es que podría haber hecho triunfar el levantamiento en Madrid, pero erró en la estrategia.

¿Os acordáis de las manifestaciones de la mañana? Pues ya es primera hora de la tarde. Muchos civiles se concentran en el Parque de Artillería y en la Maestranza, esperando armas. Son civiles. Que esperan armas.

De la Maestranza sale media batería con cañones del siete y medio camino del Cuartel de la Montaña. Los civiles que se concentraban en la puerta entran en júbilo y van acompañando a la columna por las calles de Madrid, y claro, se les va uniendo más gente.

Mientras tanto, al Cuartel van llegando cadetes y falangistas que se quieren unir a su defensa. La columna que llegaba de la Maestranza se detiene en Plaza España. Llegan también varios vehículos blindados que ayudan a apoyar el cerco sobre el Cuartel.

De nuevo alguien informa mal a Fanjul y le dice que el Cuartel ya está cercado, cuando no es así. El general barajaba la posibilidad de salir, pero como le informan mal, decide atrincherarse. Instala ametralladoras en los tejados y protege los portones.

A eso de las siete de la tarde se completa el cerco. Ya no puede entrar ni salir nadie, ahora de verdad. Hay algún intercambio de tiros, poca cosa. Algún civil que se ha flipado con el fusil. Lentamente va cayendo la noche. Se apagan las luces del Cuartel.También las de la calle.

Dentro del Cuartel no tienen noticias de las plazas sublevadas. No tienen noticias de nada. Afuera, solo se oyen las risotadas y los corrillos de los asaltantes que están haciendo guardia frente al Cuartel. Dentro, 1.364 hombres se disponen a defenderlo.

Lunes, día 20. A las 5.00 AM un par de aviones rojos sobrevuelan el Cuartel y lanzan octavillas. Se producen intercambios de tiros entre el Cuartel y los guardias de asalto que se habían apostado en las terrazas colindantes. Algunos civiles también se suman a la fiesta.

6.00 AM. Se acerca un mensajero con bandera blanca. Lleva un mensaje del teniente al mando de la guardia de asalto. Que se rindan, dice, y que juzgarán a los oficiales y licenciarán a los cadetes. Pero que lo dejen ya. Los oficiales contestan que ni de coña. Y se va.

Pues es salir por la puerta el emisario, que empiezan a descargar fuego de artillería sobre el Cuartel como si no hubiera un mañana. El teniente Orad, como solo dispone de dos cañones, ordena que se hagan disparos de a dos seguidos, de forma que parezca una batería completa.

Un cañonazo derriba la puerta principal, que rápidamente es levantada de nuevo. Dentro del Cuartel la falta de organización es patente. Además, hay un grupo importante de suboficiales en Infantería que no participan en la defensa y permanecen pasivos.

De repente llega un camión de cerveza Mahou (¡Mahou!) transportando un cañón del quince y medio. ¿Que por qué de cerveza? Ni idea, no lo sé todo. Pero llega al mando del teniente coronel Vidal y se dispone junto a la iglesia de los carmelitas.

Claro, con ese calibre los disparos enseguida empiezan a hacer mella en el edificio. El teniente Orad mueve uno de sus cañones hasta la calle Luisa Fernanda con Ferraz. Y aviones rojos bombardean el interior. Y encima llegan dos carros de combate más. La cosa pinta muy mal.

9.00 AM. De repente, un trapo blanco asoma por una de las ventanas. En una explosión de júbilo, varios civiles corren hacia el cuartel creyendo que se han rendido, pero sorprendentemente son ametrallados. Es que resulta que no se habían rendido.

Los del trapo blanco son unos cadetes de infantería que no están de acuerdo con la sublevación e intentan indicar que no se abra fuego hacia esa zona. Los asaltantes se toman los disparon como una acción desleal y traicionera, y se encolerizan todavía más.

10.15 AM. En el patio de Infantería se da el alto al fuego. Los suboficiales pasivos de antes se han amotinado y han tomado el mando de su destacamento. Detienen a oficiales, cadetes y soldados, unos 200. Los llevan hasta el comedor. Algunos entonan La Internacional.

Desde el exterior, el intenso fuego de artillería causa numerosos daños en el Cuartel. No podrá resistir mucho tiempo. El general Fanjul resulta herido, y empieza a cundir el desánimo entre los defensores. Algunos intentan salir pero tienen que retroceder.

Con altavoces, desde el exterior, los asaltantes intentan convencer a los soldados de dentro. Muchos saludan desde los balcones puño en alto. Uno de los blindados abre fuego desde los jardines de enfrente y abre un boquete en la entrada. La suerte está echada.

Dentro del Cuartel, los suboficiales amotinados hacen ir saliendo a los detenidos del comedor de cinco en cinco, y les van disparando por la espalda. Después se cansan y los ametrallan a todos a la vez. Sus cuerpos se esparcen por el patio de Infantería. Empieza la carnicería.

La resistencia en los edificios de Zapadores y de Alumbrado apenas persiste, y rápidamente es sofocada desde el exterior. Los rojos asaltan el cuartel y penetran vociferando y disparando a todo lo que se mueve, todavía recuerdan el episodio de la bandera blanca.

Muchos cadetes que intentan la huída son asesinados a quemarropa. Otros hombres no tienen tanta suerte y son pasto de la turba que ha entrado con hachas, mazos y cuchillos, muriendo destrozados o descuartizados.

En la imagen vemos un oficial sin vida, tumbado hacia abajo. Por el charco de sangre, se deduce que fue asesinado a sangre fría con un tiro en la cabeza desde muy poca distancia. En la fotos del tuit anterior se aprecia lo mismo en muchos cuerpos.

Varios oficiales QUE YA SE HAN RENDIDO son arrojados desde las ventanas del tercer piso, y en el suelo son rematados a bayonetazos o a patadas. Imaginaos la escena. No es una película. Es real. Se subastan a los prisioneros para rajarles la barriga con machetes.

La matanza se detiene y los hombres que quedan son divididos en dos grupos. A unos, tal como los sacan del cuartel, son ejecutados frente al muro. Los otros son trasladados a la Modelo, desde donde serían sacados en octubre y asesinados en Paracuellos.

La historiografía izquierdista justifica estos hechos diciendo que no se pudo controlar a la turba. FALSO. De lo contrario, no podrían haber sacado al grupo de detenidos, entre los que se encontraba el propio general Fanjul, quien fue reconocido pero la guardia logró proteger.

Murieron unos 1.200 hombres. Fue la primera gran matanza de la Guerra Civil, que había comenzado dos días antes. Pero tan solo fue un aperitivo. Este mismo terror se adueñaría de Madrid durante tres años. Tres años de terror rojo. Tres años de puro infierno.

Esto también es #MemoriaHistórica . La que no nos quieren contar y la que se esconde. La que las nuevas generaciones desconocen. Expliquemos la historia tal como ocurrió. Por la memoria de la gente que murió.
Por vosotros.

#LaSilenciosaCat