Mandamientos, preceptos, leyes, normas, cumplimiento, obligación… son términos que relacionamos habitualmente con el cristianismo y que hacen que muchos nos digan: “¡Ahí os quedáis!” El #EvangelioDelDía les da la razón, y me explico #HilosdelEvangelio #DomingoXXII
La escena presenta la disputa de Jesús con un grupo de fariseos en torno a la observancia de una serie de normas de pureza que los judíos cumplían (y cumplen) a rajatabla. Léela entera aquí ciudadredonda.org/calendario-lec…
Uno de los grandes peligros del cristiano es enfrentarse a la Palabra de Dios como si no fuera con él.
A veces escuchamos el Evangelio como si de una película se tratase.
Ponemos en escena la caracterización de época de Ben-Hur, a Jesús con su túnica blanca y su barbita, a los fariseos con sus ropajes y su ceño fruncido, y nosotros nos situamos entre el gentío como un sencillo israelita.
Pero esta lectura no es un pasatiempo, es una palabra de vida que hoy, 2 de septiembre de 2018, Dios tiene preparada para ti.
Puedes creerte esto o seguir contemplando la película y dejando que la palabra resbale sobre ti sin penetrarte. Por eso vas a Misa y no te enteras de nada. Por eso estás seca desde hace años.
Atento, porque hoy te dice: «¡Eres un fariseo!». ¿Cómo que soy un fariseo? ¡Si mi personaje es el del sencillo israelita que asiste de espectador a la disputa! ¡Los fariseos son los de los ropajes y el ceño fruncido!
A los fariseos nos gusta ponerlos como los malos de la película. Ellos mataron a Jesús porque eran muy perversos.
Pero la verdad es que los fariseos era gente de bien, gente muy formal. Haciendo un paralelismo con nuestras comunidades parroquiales serían los primeros que llegan a Misa, que no faltan nunca, los que siempre ayudan en Cáritas y visitan a los enfermos…
Ojo, no vayas a pensar mal de quienes hace esto en tu parroquia, que lo hacen muy bien. ¡Ojalá los imitemos todos! Creo que se me entiende.
Pero ¿cuál es el problema de los fariseos?, que cumpliendo las normas, siendo los primeros en todo, se tenían por justos.
Habían reducido la salvación a un examen de selectividad en el que hay que sacar una nota mínima y ellos la superaban con creces, sacaban un 14 ¡lo cumplían todo!
A ti y a mí nos pasa igual. Nos sentimos cómodos con las leyes y normas, porque están a nuestro alcance, o eso pensamos. No matar (con un cuchillo para deshacerse luego del cadáver) es fácil, no robar (forzando una caja fuerte y saliendo por el balcón) también.
Pero ¿a que no es tan difícil desear la muerte a ese político que nos cae mal o a ese vecino que nos hace la puñeta? ¿a que no es tan difícil decirle al fontanero que nos haga la factura sin IVA u olvidarse de aquel ingreso en la declaración de la renta?
En el #EvangeliodelDía Jesús les (nos) acusa: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres»
Nos está hablando de los comportamientos externos (que ven los hombres, la Policía, Hacienda) y los internos (que solo vemos nosotros y Dios).
Pero yo cumplo todo, yo doy limosna, yo no falto a nada de la parroquia, yo llevo 30 años casado con la misma mujer y no le he sido nunca infiel!
¡Ay! Te has delatado: Yo, yo, yo, yo… Te pones en el centro. Cristiano es el que deja de ser para dejar que sea Cristo quien viva en él (Gál 2, 20)
Los santos descubrieron esto. Frente a su debilidad, es la gracia de Dios quien les permitió un día dar limosna, otro día guardar la castidad, otro día acudir con devoción a la Iglesia…
«Porque de dentro, del corazón del hombre –les dice Jesús, te dice Jesús hoy–, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro».
O sea que basta ya de echarle la culpa a los demás de tus pecados: “Bebo porque mis padres no me quieren lo suficiente; envidio porque mi amiga es muy presumida; critico porque él se metió primero conmigo…”
No es fuera, es dentro de mi corazón y del tuyo, donde se urden los planes para el mal y sólo la gracia de Dios nos saca de ese pozo.
Pero muchos seguirán sin creer que toda la lista de pecados que ha dicho Jesús antes vaya con ellos. «Eso es para los demás –dirán–. ¡Yo, no tengo esos pecados! Este Evangelio no es para mí. El de la semana que viene puede». Resbalando...
Tú también lo piensas ¿A que sí?
Por eso decía al principio que la gente se escandaliza con razón de los cristianos, porque cumplir la ley es IMPOSIBLE y nosotros decimos que la cumplimos ¡cuando no es verdad!
Y cuando rechazamos al que “no cumple” estamos impidiéndole entrar en el torrente de gracia que es la Iglesia
Por esta razón, el Papa insiste en los conceptos de “Iglesia de puertas abiertas” y “hospital de campaña”. Porque la Iglesia no puede cerrar las puertas a quien viene herido, porque todos estamos heridos, porque ninguno podemos cumplir la ley en nuestras fuerzas.
En el encuentro con Cristo a través de su Palabra y los sacramentos encontramos que la Verdad nos hace libres, que no nos apresa, no nos ata. La ley de Dios (no la de los hombres) viene en nuestra ayuda para mostrarnos el camino de la auténtica felicidad.
Ver en los mandamientos, no una losa que nos machaca, sino un lecho en el que poder descansar con la ayuda de la gracia. Solo así podremos decir: “cumplo, pero no soy yo, ¡es Cristo que vive en mí! #FindelHilo
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