Valentina entró decidida y se sentó detrás de su escritorio. –Buenos días Juanjo–. dijo cómo saludo a su compañero.
—¡Buenos días, se te ve con energía hoy Vale!—. Respondió este. Casi todos los días decía alguna tontería como esa. Valentina estaba segura de que estuvo colado por ella desde el primer día. Pero definitivamente, no era su tipo.
—¿Ha llegado ya Costa?—. Por alguna extraña razón. Al jefe en aquella oficina se le llamaba por el apellido.
Valentina estaba convencida que aquello lo había iniciado el propio Costa.
—Creo que aún no, ¿no ves lo tranquilo que está esto?—. Le guiñó un ojo. Iluso...
Valentina encendió su ordenador y comenzó a mirar su email despreocupada.
Todos aquellos emails de clientes a los que tanta importancia le daba antes eran ahora la menor de sus preocupaciones.
—¿Has visto esto Vale? ¡Ha habido un tiroteo cerca de dónde vives tú! —Algo he oído— dijo mostrando indeferencia. —¿No deberías estar trabajando Juanjo?— Se sorprendió a si misma por haber dicho eso. "La costumbre" pensó.
Justo en ese momento hizo su aparición estelar por la puerta el prepotente de Costa.
En mangas de camisa a pesar de que las temperaturas eran aún bajas para la época del año.
Nada mas atravesar las puertas de cristal aceleró el paso, como si tuviera prisa, siempre hacía lo mismo.
Saludó con una breve inclinación de cabeza y se encerró en su despacho. Valentina vio como cogía el teléfono y pulsaba una tecla a través de la pared acristalada. Como hacía todas las mañanas...
Valentina se quedó absorta en sus pensamientos por un segundo.
¿Para que esperar? pensó. Y sin dudarlo ni un momento se levantó y se dirigió a la oficina de Costa.
Llamó dos veces con sus nudillos y pasó sin esperar respuesta.
—Costa, tengo que hablar contigo— le espetó sin más.
Costa hizo un gesto con la mano dando a entender que estaba hablando por teléfono y debía esperar.
Valentina no de inmutó y esperó a que Costa terminara su conversación, que no trataba de otra cosa que el partido de fútbol del día anterior.
—Joder, Valentina, podías haber esperado a que terminara... —Valentina le interrumpió sin miramientos.
—Si, ya veo que era importante... La #Champions...— Costa no dijo nada y se quedó mirandole
—¿Qué quieres?— Le dijo de malad formas—. No tengo tod el día...
—Dimito— dijo sin miramientos— hoy es mi último día.
¿Qué? ¡No puedes hacer eso! ¡Joder Valentina, me tienes que avisar con dos semanas de antelación!— gritó Costa.
—¿De modo que lo que te preocupa es el tiempo para remplazarme en lugar de perder a una "valiosa empleada? —Esto último lo dijo con retintín. —Que te jodan Costa, #YoRenuncio
Tan pronto cómo acabó la frase salió del despacho, recogió sus cosas y se marchó ante la estupefacta mirada de Costa y sus compañeros. Ni siquiera se molestó en apagar su ordenador. "Ya está" pensó.
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Valentina abrió los ojos con la pereza del que sabe que es demasiado pronto... Miró el despertador por el rabillo de su ojo y confirmó que aún disponía de otros diez minutos para remolonear. No lo dudó ni un instante.
Finalmente se decidió a saltar de la cama, si puso los primeros pantalones de pijama que encontró sobre la silla y se enfundó las zapatillas. Dando tumbos y arrastrando los pies se dirigió a la cocina.